Marathon Digital Holdings, más conocida en los mercados por su ticker MARA, ha consolidado en agosto su papel como una de las compañías públicas con mayor exposición directa al bitcoin. Según su último informe de producción, la empresa acumula ya 52.477 BTC —un valor cercano a los 5.900 millones de dólares— y se sitúa como el segundo mayor tenedor corporativo del mundo, únicamente por detrás de MicroStrategy, el vehículo de inversión creado por Michael Saylor, que controla más de 636.000 BTC.
La cifra no solo refleja el poder de minería de MARA, sino también una política de tesorería poco común en la industria: la compañía ha adoptado una estrategia de “full HODL”, es decir, retener absolutamente todos los bitcoins generados por su actividad minera y, además, sumar adquisiciones estratégicas en los mercados cuando las condiciones lo permiten. De este modo, ha transformado lo que para otros es un flujo de caja en un activo estratégico de reserva, con un horizonte de muy largo plazo.
El movimiento se produce en un contexto volátil. Aunque el bitcoin alcanzó un máximo histórico de 124.500 dólares a mediados de agosto, cerró el mes con una caída del 6,5%. Pese a esas oscilaciones, la dirección de MARA insiste en que la apuesta se fundamenta en la convicción de que la criptomoneda seguirá consolidándose como activo de reserva global, un discurso que resuena cada vez más entre fondos soberanos y compañías interesadas en diversificar sus balances.
Crecimiento en capacidad y expansión internacional
La fortaleza de MARA no se limita a su balance en bitcoin. Durante agosto, la compañía produjo 705 BTC —un 4,9% de todas las recompensas de mineros en el periodo— tras resolver 208 bloques en la red. Este desempeño se logró mientras la dificultad de la minería seguía en ascenso y la tasa global de hashrate superaba por primera vez el umbral del zetahash por segundo, una magnitud que ilustra la feroz competencia en la validación de transacciones.
MARA elevó su propia capacidad de hashrate a 59,4 EH/s, consolidándose entre los pocos operadores públicos que superan la barrera de los 50 EH/s junto con IREN, CleanSpark y Cango. Buena parte de ese crecimiento se apoya en su complejo eólico de Texas, ya completamente operativo, que combina eficiencia energética con un modelo de integración en la red eléctrica orientado a estabilizar el suministro en picos de demanda.
La ambición de la compañía va más allá de Estados Unidos. En agosto anunció la adquisición del 64% de Exaion, filial de EDF, con opción de elevar la participación al 75% en 2027. Esta operación, prevista para cerrarse a finales de 2025, apunta a combinar infraestructura digital y herramientas de inteligencia artificial para reducir costes y ampliar servicios en el ámbito del edge computing. En paralelo, MARA inauguró su sede europea en París, con la que pretende articular alianzas energéticas en la región y reforzar su presencia internacional.
El desafío de la competencia y la presión bursátil
Paradójicamente, el avance en producción y en tesorería no se ha traducido en un desempeño bursátil positivo. Las acciones de MARA han perdido un 4,9% en el último mes y acumulan un retroceso del 13,5% en lo que va de año. La compañía también ha cedido el liderazgo en capitalización de mercado dentro del sector minero a IREN, un rival que ha diversificado hacia inteligencia artificial y que ha visto dispararse su cotización un 59% en apenas un mes, elevando sus ganancias anuales al 153%. Con una capitalización de 7.700 millones de dólares, IREN ha superado los 6.100 millones de MARA, relegando a esta al segundo puesto entre los mineros cotizados.
El mercado parece premiar la diversificación hacia nuevas áreas de alto crecimiento, como la computación para IA, mientras que la exposición total al bitcoin mantiene a MARA atada a la volatilidad extrema de la criptomoneda. En este sentido, la apuesta “full HODL” representa tanto una ventaja estratégica —un activo cada vez más escaso y de valor potencialmente creciente— como un riesgo financiero si el precio del bitcoin entra en una fase prolongada de corrección.
Una visión de largo plazo
El presidente y consejero delegado de MARA, Fred Thiel, defiende que la retención íntegra del bitcoin minado es una forma de capitalizar el valor futuro de la red. La compañía ha llegado incluso a emitir deuda convertible —700 millones de dólares en notas senior sin cupón— con el fin de refinanciar pasivos y destinar capital adicional a la compra de bitcoin. La tesis es clara: convertir la criptomoneda en un activo de reserva comparable al oro, con el potencial de servir como herramienta de diversificación para gobiernos y corporaciones.
Esta visión conecta con una tendencia más amplia: la progresiva institucionalización del bitcoin. MicroStrategy sigue liderando el movimiento, pero compañías como MARA refuerzan la narrativa de que las criptomonedas ya no son únicamente instrumentos especulativos, sino una pieza emergente en las arquitecturas de tesorería corporativa.
El tiempo dirá si esta apuesta radical será premiada por el mercado. Por ahora, MARA se consolida como un actor central en la industria minera y como el segundo mayor custodio corporativo de bitcoin en el mundo, un logro que, en sí mismo, refuerza la idea de que el futuro de las finanzas globales podría estar escribiéndose con bloques de código más que con lingotes de oro.