Jack Dorsey, cofundador y ex director ejecutivo de Twitter, siempre ha sido un empresario con la mirada puesta en la intersección entre tecnología y sociedad. Su segunda gran creación, Square, nació en 2009 con el objetivo de facilitar los pagos electrónicos a pequeños comercios. Lo que comenzó como un sistema de punto de venta para aceptar tarjetas se ha transformado en un conglomerado financiero con un propósito mucho más ambicioso: reconfigurar la arquitectura monetaria mundial tomando a Bitcoin como columna vertebral.
En 2021, la compañía se rebautizó como Block Inc., una decisión simbólica y estratégica que reflejaba la convicción de Dorsey de que el futuro del dinero pasaba por la descentralización y la cadena de bloques. Hoy, el grupo no solo ofrece servicios de pago, sino que ha desarrollado un ecosistema integral que abarca aplicaciones de consumo como Cash App, soluciones de hardware como Bitkey, proyectos de software libre, minería de bitcoin e incluso protocolos de finanzas descentralizadas.
Block mantiene en su balance 8.584 bitcoins —casi mil millones de dólares a precios actuales—, confirmando que su compromiso no es retórico sino patrimonial. La visión de Dorsey es clara: Bitcoin debe dejar de ser percibido como simple reserva de valor y convertirse en infraestructura financiera global, accesible para todos, capaz de funcionar como medio de pago cotidiano.
Square y Cash App: el engranaje de la adopción masiva
El relanzamiento de Square como parte del ecosistema Block marcó un antes y un después para los comercios. Su tecnología de terminales de pago, utilizada por más de cuatro millones de vendedores en Estados Unidos, procesa más de 240.000 millones de dólares al año. En 2025, la compañía dio un paso decisivo: anunció la integración de pagos con bitcoin en sus sistemas POS, permitiendo a los comerciantes aceptar la criptomoneda de forma tan fluida como las tarjetas tradicionales.
La iniciativa no se limita a añadir un botón de pago. Block está diseñando lo que denomina una “suite bancaria Bitcoin full-stack” para pequeñas empresas. Esto significa que un restaurante de barrio o una tienda independiente podrá no solo cobrar en bitcoin, sino también conservarlo en tesorería, pedir préstamos en dólares con sus tenencias como colateral y llevar una contabilidad integrada sin fricciones. Herramientas que antes estaban reservadas a grandes corporaciones ahora se democratizan, abriendo la puerta a una nueva generación de compañías con estrategias de tesorería basadas en Bitcoin.
El otro gran motor del ecosistema es Cash App, una de las aplicaciones financieras más populares en Estados Unidos, con más de 57 millones de usuarios activos. Desde 2013 permite enviar dinero entre particulares, invertir en acciones y comprar bitcoin. En 2024, casi dos tercios de sus ingresos —unos 10.000 millones de dólares— provinieron de operaciones vinculadas a la criptomoneda. Pero su mayor innovación no es comercial, sino técnica: la integración con la Lightning Network, el sistema que hace posible micropagos instantáneos y de bajo costo en Bitcoin.
Para los ingenieros de Block, Lightning no es un experimento, sino la prueba de que Bitcoin ya funciona como red de pagos global. La aplicación permite automatizar compras periódicas de bitcoin, una estrategia conocida como dollar cost averaging, que ha demostrado ser una de las formas más efectivas de inversión a largo plazo. El círculo virtuoso entre Square y Cash App —lo que en Silicon Valley llaman un “flywheel”— se completa: comercios que aceptan bitcoin, consumidores que lo usan y un ecosistema que se retroalimenta.
Bitkey y el reto de la custodia personal
Más allá de pagos y tesorería, Block se adentra en un terreno considerado crítico para la adopción masiva: la custodia. La empresa lanzó en 2024 Bitkey, un dispositivo de hardware pensado para garantizar la seguridad de los ahorros en bitcoin. Su diseño rompe con las convenciones de la industria: en lugar de exponer al usuario a la gestión directa de claves privadas, introduce un sistema multisignature en el que las llaves se distribuyen entre el dispositivo físico, los servidores de Block y una copia cifrada en servicios en la nube del propio usuario.
La propuesta es polémica porque reduce el contacto del usuario con los elementos más técnicos del proceso. Pero es precisamente ese enfoque —priorizar la experiencia y la accesibilidad— lo que podría abrir la puerta a millones de personas que, de otro modo, no se atreverían a autogestionar sus ahorros digitales. El dispositivo, con su diseño futurista y funciones de recuperación e incluso herencia, busca resolver uno de los mayores obstáculos culturales y prácticos de Bitcoin: la dificultad de custodiarlo de forma segura sin depender de terceros.
Jack Dorsey y su equipo entienden que la libertad financiera que promete Bitcoin solo será real si va acompañada de herramientas de uso cotidiano, intuitivas y seguras. Y en esa lógica, Bitkey representa un experimento audaz para redefinir la relación entre el individuo y su dinero digital.
Hacia la “hiperbitcoinización”: ¿visión utópica o estrategia inevitable?
La estrategia de Block puede parecer, a primera vista, una apuesta excesivamente concentrada en Bitcoin. Sin embargo, para Dorsey y sus colaboradores, se trata de una visión coherente: un mundo donde la criptomoneda no es un activo especulativo, sino el estándar financiero de una economía globalizada y digital. El objetivo no es competir con bancos tradicionales en sus propios términos, sino crear una infraestructura paralela que pueda reemplazar gradualmente los viejos sistemas.
Si esta visión prospera, Block podría convertirse en la primera gran multinacional construida sobre Bitcoin, y no simplemente una empresa que lo adopta como herramienta. El riesgo, por supuesto, es enorme: la volatilidad de la criptomoneda, la presión regulatoria y la competencia de otros sistemas de pago digitales plantean interrogantes serios. Pero la apuesta de Dorsey no se mide en trimestres, sino en décadas.
Lo que resulta indudable es que Block ha dejado de ser solo un actor de la “fintech” para transformarse en uno de los principales laboratorios del futuro financiero. En un ecosistema donde abundan las promesas vacías y las modas pasajeras, la estrategia de la compañía combina visión filosófica con ejecución práctica. Y si el experimento resulta exitoso, puede que dentro de unos años mirar hacia atrás y entender que el verdadero legado de Jack Dorsey no fue Twitter, sino haber ayudado a redibujar las reglas del dinero.