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BlackRock desplaza a Deribit: la nueva era de las opciones de Bitcoin en Wall Street

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El mercado de derivados de criptomonedas, durante años dominado por plataformas offshore, acaba de registrar un giro de poder sin precedentes. BlackRock, a través de su iShares Bitcoin Trust (IBIT), ha superado a Deribit como la mayor plaza para negociar opciones sobre bitcoin. Con un interés abierto que rozó los 38.000 millones de dólares tras el vencimiento del viernes, IBIT ha relegado a Deribit —que mantenía el liderazgo desde 2016— a la segunda posición, con 32.000 millones. El cambio de guardia no es anecdótico: refleja el peso creciente del capital institucional y el desplazamiento de la actividad hacia mercados regulados.

Lo más sorprendente es la velocidad. Menos de un año después de que se lanzaran los contratos de opciones vinculados a IBIT, el producto no solo ha consolidado su papel como mayor ETF de bitcoin del mundo, con 84.000 millones de dólares bajo gestión, sino que también ha atraído el grueso de la actividad especulativa en derivados. En apenas once meses, BlackRock ha convertido lo que era un mercado dominado por traders nativos de cripto en un espacio en el que Wall Street marca el ritmo.

IBIT, un imán de liquidez institucional

El éxito de IBIT se explica por una doble dinámica. Por un lado, los grandes gestores de activos y fondos de cobertura encuentran en este ETF una vía directa, regulada y líquida para exponerse tanto al bitcoin físico como a instrumentos derivados que replican su comportamiento. Por otro, el propio crecimiento del vehículo genera un círculo virtuoso: a mayor liquidez, mayor atractivo para nuevos participantes, reforzando así su legitimidad.

El contraste con Deribit es evidente. Aunque la plataforma, adquirida en agosto por Coinbase por 2.900 millones de dólares, sigue siendo el lugar predilecto de traders con mayor tolerancia al riesgo y estrategias de alto apalancamiento, la tendencia apunta a una redistribución del poder. IBIT ya concentra el 45% del interés abierto global en opciones de bitcoin, frente al 41,9% de Deribit. El CME, tradicional referente en futuros institucionales, apenas alcanza un 6%, lo que subraya la magnitud del dominio compartido entre BlackRock y la firma neerlandesa.

La escala de la operación es ilustrativa: IBIT posee 770.000 bitcoins, y el interés abierto en sus opciones equivale a unas 340.000 monedas, lo que implica que casi la mitad de la exposición del ETF está replicada en contratos derivados. La cifra ha elevado su ratio de apalancamiento hasta el 45%, muy cerca de máximos históricos, y revela la intensidad especulativa que acompaña a este fenómeno.

La nueva geografía del riesgo financiero

El desplazamiento de la actividad hacia IBIT marca algo más profundo que un simple cambio de líder. Supone la institucionalización definitiva de un segmento que, hasta hace poco, se desarrollaba en la periferia del sistema financiero global. La llegada de BlackRock no solo introduce un nuevo estándar de transparencia y regulación, sino que también canaliza volúmenes de capital que antes orbitaban en plataformas extraterritoriales.

Para algunos analistas, este movimiento es la señal más clara de que el bitcoin y sus derivados han dejado de ser un nicho y están entrando en el núcleo del sistema financiero. Otros, sin embargo, advierten de los riesgos asociados a una concentración tan extrema. Que dos plataformas controlen casi el 90% del mercado de opciones puede traducirse en mayores vulnerabilidades sistémicas, especialmente si el apalancamiento continúa creciendo a los niveles actuales.

El mercado parece dividido entre dos fuerzas: por un lado, los cripto-native traders que siguen operando en Deribit con estrategias agresivas; por otro, el capital institucional que privilegia la seguridad y el marco regulatorio de IBIT. En medio queda un ecosistema en rápida transformación, en el que la legitimidad ya no la otorga la veteranía o la innovación técnica, sino la capacidad de atraer flujos de miles de millones en un entorno cada vez más entrelazado con Wall Street.

Una transición con implicaciones globales

El viraje hacia IBIT no es solo un fenómeno estadounidense. La centralidad de BlackRock arrastra al resto del mercado hacia una dinámica más cercana a la lógica de los ETF tradicionales. En un contexto en el que el bitcoin supera los 113.000 dólares, el hecho de que un vehículo regulado concentre semejante volumen de derivados amplifica tanto la percepción de seguridad como la exposición al riesgo sistémico.

El resultado es una nueva arquitectura para el mercado de opciones: menos descentralizada, más regulada y con un sesgo marcadamente institucional. Deribit, pese a su historia y su base de clientes fiel, tendrá que redefinir su papel en este nuevo tablero. Mientras tanto, BlackRock ha dejado claro que no solo busca dominar el mercado de ETFs, sino que también aspira a convertirse en la referencia obligada de los derivados sobre el activo digital más relevante del mundo.

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