El veterano gestor de fondos y fundador de Bridgewater Associates, Ray Dalio, ha vuelto a sacudir el tablero de las finanzas globales con una advertencia que no deja lugar a la indiferencia. En su reciente aparición en The Master Investor Podcast, Dalio instó a los inversores a destinar al menos un 15% de sus carteras a activos como el oro y Bitcoin, como medida de protección frente a lo que considera una amenaza macroeconómica subestimada: el crecimiento insostenible de la deuda pública, especialmente en Estados Unidos.
Dalio sostiene que los mercados no han interiorizado adecuadamente los riesgos que implica una expansión fiscal que parece haberse desconectado de la realidad. “El gobierno estadounidense está gastando un 40% más de lo que ingresa, y no tiene margen real para recortar ese gasto”, advirtió. Más aún, destacó que la deuda acumulada es seis veces mayor que los ingresos anuales del gobierno, y que solo el pago de intereses representa un billón de dólares al año—la mitad del déficit presupuestario.
Según el inversor, esta situación ha creado una dependencia tóxica del endeudamiento continuo y de la emisión monetaria por parte de la Reserva Federal. Un eventual regreso a políticas de flexibilización cuantitativa, o incluso una toma de control político sobre la Fed, podrían detonar un colapso financiero de proporciones sistémicas. “Las señales de alarma ya están parpadeando”, alertó, en sintonía con las ideas desarrolladas en su nuevo libro How Countries Go Broke.
Entre la seguridad del oro y la promesa del Bitcoin
Ante este panorama sombrío, Dalio considera que los activos refugio son más necesarios que nunca. En particular, recomendó a los inversores asignar una porción significativa—al menos un 15%—de sus carteras a instrumentos no correlacionados con el sistema financiero tradicional, como el oro y, en menor medida, el Bitcoin. “Estos activos pueden actuar como coberturas frente a las monedas fiduciarias y los instrumentos de deuda soberana, que están perdiendo su capacidad de preservar valor”, explicó.
Sin embargo, Dalio no oculta su preferencia por el metal precioso. Aunque reconoce tener una pequeña posición en Bitcoin, subraya que el oro tiene una trayectoria histórica mucho más sólida como reserva de valor. “Dudo mucho que algún banco central adopte Bitcoin como moneda de reserva. Es transparente, rastreable y carece de la privacidad que buscan los gobiernos”, argumentó. También expresó inquietudes técnicas sobre la criptomoneda, señalando que no se puede descartar la posibilidad de que su código sea comprometido o modificado, lo que socavaría su rol como activo de resguardo.
Este escepticismo no es exclusivo de Dalio. Laith Khalaf, jefe de análisis de inversiones de AJ Bell, comparó la idea de refugiarse en Bitcoin en tiempos de crisis con “saltar de la sartén al fuego”. Aunque reconoció que es válido mantener una pequeña posición especulativa en BTC, remarcó que el oro sigue siendo un ancla más sólida ante escenarios de aversión al riesgo.
Una discusión que divide a los expertos
No obstante, el debate está lejos de estar cerrado. Algunos analistas advierten que la historia del oro también tiene capítulos oscuros. El autor y analista de criptomonedas Glen Goodman recordó que quienes invirtieron en oro durante la crisis inflacionaria de los años 80 y lo mantuvieron por dos décadas vieron erosionado su poder adquisitivo en un 85% en términos reales. “El oro no comenzó a recuperarse hasta el inicio del milenio”, apuntó, en un intento de desmitificar la idea de su estabilidad inherente.
La discusión de fondo, sin embargo, trasciende la dicotomía entre oro y Bitcoin. Lo que Dalio pone sobre la mesa es una profunda preocupación sobre la salud estructural del sistema financiero global. Su recomendación no es una apuesta especulativa, sino una estrategia de cobertura frente a una posible tormenta perfecta: déficits fiscales crónicos, política monetaria sin freno, erosión del valor del dinero y pérdida de confianza institucional.
El futuro del capital en la era de la desconfianza
El llamado de Dalio resuena con fuerza porque llega en un momento donde la estabilidad macroeconómica ya no puede darse por sentada. A medida que la deuda pública escala niveles históricamente peligrosos, y que los bancos centrales enfrentan dilemas imposibles entre inflación, crecimiento y estabilidad fiscal, los inversores están obligados a repensar los fundamentos de su asignación de activos.
¿Estamos ante el preludio de una crisis de confianza global en las monedas fiduciarias? ¿Se consolidará Bitcoin como el nuevo oro digital, o el metal precioso seguirá siendo el refugio de última instancia? Por ahora, Dalio no lo tiene claro, pero su mensaje es inequívoco: diversificar, proteger y prepararse para lo inesperado. En tiempos donde las certidumbres se desvanecen, el verdadero valor puede estar donde menos se espera.